Los afectados por la intervención del Popular no caen en la trampa del Santander

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Comunicación



Sólo un 16% han aceptado los bonos envenenados de fidelización.

Los bancos saben aprovechar como nadie la situación límite de las personas, y el Santander no está demostrando ser una excepción.

La última de sus maniobras, dirigida a buena parte de los damnificados por la liquidación del Popular, pretendía embaucar como mínimo a una tercera parte de los mismos.

Aunque las estimaciones –un tanto optimistas– vaticinaban que la “oferta” sería aceptada por más de 100.000, finalmente, parece que la cifra se quedará sólo en un 16%.

La impunidad no puede campar a sus anchas

Supuestamente, el banco presidido por Ana Patricia Botín esperaba desembarazarse de los perjudicados con esta maniobra: un instrumento financiero complejo en forma de deuda perpetua, que nos remonta a épocas pasadas, cuando otros productos –tóxicos– como las preferentes campaban a sus anchas.

Privar a 300.000 familias de sus ahorros no puede salir gratis.

Producto Perverso

El producto ya advierte de su naturaleza perversa dentro del propio folleto:

Los bonos de Fidelización presentan complejidades que las hacen generalmente no convenientes para inversores minoristas como los Beneficiarios”.

Asimismo, el aceptante deberá afirmar –y firmar– que “conoce que los Bonos de Fidelización son un producto complejo, que adquiere sin recomendación o asesoramiento de ninguna entidad de Grupo Santander, que han sido informados de su falta de conveniencia,… en una operación no conveniente, cuando el cliente carece de conocimientos y experiencia necesarios para comprender la naturaleza y riesgos del instrumento financiero sobre el que va a operar”.

Tampoco hay test de conveniencia

A pesar de todo lo anterior, el Santander admite que no se realice ningún test de conveniencia a los clientes, “dadas las características especiales de los bonos de Fidelización que son ofrecidos”.

“Sorprendentemente” la CNMV ha dado el visto bueno.

Carácter perpetuo

Estos bonos tienen carácter perpetuo y, por tanto, no tienen ningún valor de vencimiento.

En Román Paladino: transcurridos los 7 años indicados, nadie podrá obligar al Santander a hacerlos efectivos si no quiere.

Dada la naturaleza antes mencionada del producto, los expertos señalan que una rentabilidad del 1% no es una indignidad, sencillamente es un insulto.

Maniobra para esquivar las demandas

Aparentemente, el Santander ha buscado la forma más ruin para quitarse de encima las reclamaciones judiciales, con una estrategia que recuerda, y mucho, a la que ya utilizaron en su día las entidades con los afectados por cláusula suelo: acuerdos envenados a cambio de migajas.



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